jueves, 10 de diciembre de 2015

CHICAGO BULLS 100-105 BOSTON CELTICS

Equipo sin grandes nombres pero un funcionamiento intachable y un joven entrenador procedente de la NCAA con el que sus jugadores están a partir un piñón, Brad Stevens, recibe a equipo con grandes nombres pero en estado de disfunción y un joven entrenador procedente de la NCAA con el que sus jugadores empiezan a sentirse como mínimo confundidos, Freg Hoiberg. Resultado: gana el primero, Boston Celtics (105-100), otra vez de las mejores noticias de la temporada y uno de los equipos que mejor juega al baloncesto. 



Los Bulls entran en crisis de identidad

Para los Bulls, que hoy además reciben a los Clippers (de Doc Rivers, amigo de Tom Thibodeau:olor a chamusquina) la temporada está siendo un extraño lío que se termina pareciendo al extraño lío que fue la pasada. Compiten pero no dan la sensación de divertirse en pista casi nunca. Emiten sensaciones durante los partidos que poco tienen que ver con lo que acaba reflejando el marcador, a veces para bien y muchas para mal. Si no se hubieran dejado remontar por los Suns en su anterior partido se habrían puesto al frente del Este. Tras perder ese encuentro y el de Boston, son octavos de la Conferencia (11-8). Llevan tres derrotas seguidas. Entre los últimos cuartos de las tres han encajado 102 puntos (70-102, un letal -32). Y lo peor es que las cosas tienen pinta de estar peor incluso de lo que parece. Más allá de los números: Pau Gasol terminó con 16 puntos y, 15 rebotes y tras un discreto inicio de temporada, suma cinco dobles-dobles seguidos con un promedio de 19 puntos y 13,6 rebotes. Y Jimmy Butler anotó 36 puntos, el tope de su carrera, con 17 en los últimos seis minutos de partido. Para nada. Los Bulls concedieron 16 pérdidas a un equipo experto en sacar rédito de ellas (esta vez, 25 puntos) y se deshicieron en otro pésimo último cuarto (12-2 en seis minutos con sólo una canasta de Derrick Rose). Y durante el partido, cruces de miradas en fallas de sincronización defensiva, demasiados ataques resueltos sin más recurso que el uno contra uno, pérdidas alarmantes de energía… y un desbarajuste en la rotación.

Hoiberg sacó del quinteto a Mirotic y metió a Gibson. Pero en el último cuarto este último no tuvo protagonismo. Y Mirotic terminó con 10 puntos: dos triples madrugadores salvaron las estadísticas en otro partido muy discreto. Los jugadores entraban y salían sin que se descubriera un verdadero sentido, ni apuestas defensivas ni ofensivas. En tierra de nadie: Rose terminó con 12 puntos y 6 asistencias, McDermott con otros 11 puntos… poca cosa. Y Butler pidió a Hoiberg que le dejara en pista en el inicio del último cuarto porque se temía otro parcial decisivo en contra. Se quedó en el banquillo y llegó el 12-2: “A mi no me importa batir récords personales, quiero que ganemos partidos. Sólo quería seguir en pista para aportar un poco de energía, un par de buenas jugadas defensivas. Puedo soportar unos segundos de más… No digo nada contra mis compañeros pero prefiero estar en pista y cuando esté controlada la situación, sentarme”. Parece que sí dice algo de sus compañeros. Y del nuevo sistema: “Nos ha podido todo lo que se ha hablado del nuevo estilo, de la mayor libertad en ataque… lo que tenemos que hacer es defender, trabajar atrás y dejar que eso nos haga mejorar en ataque también. A veces un jugador se deja ir y contagia al resto. Se supone que este equipo debería tener líderes porque al final los partidos los ganamos o perdemos los jugadores”.

Así que algo pasa, a juzgar por las palabras de un Butler que acabó desconectado de los sistemas de ataque y produciendo puntos a chorro por su cuenta. Mientras, Derrick Rose aseguraba que no tenía respuestas para la inercia negativa del equipo y Hoiberg no transmitía demasiada confianza al asegurar que no sabía si seguiría cambiando quintetos, si apostaría por el mismo, si volvería a Mirotic…: “Quería sacar a Niko desde el banquillo para ver si cambiaba el ritmo, si funcionaba mejor. A partir de ahora no sé qué haremos, veremos este partido repetido y después decidiremos”.

Tres derrotas seguidas, malas caras, sensaciones extrañas y declaraciones con mucho fondo dejan a los Bulls, ahora octavos en un Este ultra comprimido, muy lejos de donde les gustaría estar a estas alturas de la temporada. Queda mucho camino, pero el puzzle que no resolvió Thibodeau hace un año sigue sobre la mesa y con las piezas sin unir. A ver...
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